Los navegadores de Internet están convirtiéndose en herramientas cada vez más complejas, con un nivel de funcionalidad mayor y una velocidad que aumenta con cada versión. Esta clase de evolución puede servir para tentar a los usuarios comunes, pero el mundo empresarial mira a los navegadores con una lente completamente diferente. En vez de perseguir a estas nuevas versiones, las empresas se gobiernan por sus esquemas de mantenimiento, que en la gran mayoría de los casos rechazan cualquier actualización. ¿A qué nos lleva esto? A ver a Internet Explorer 6 a la cabeza del ámbito corporativo.
¿Por qué entonces un sector tan delicado a nivel informático como el empresarial recurre a un navegador que es aún más viejo que Windows XP? De acuerdo al estudio realizado por Forrester Research, esto se debe a que la mayoría de las empresas carece de una política de navegadores seria y efectiva. Ante el temor de perder funcionalidad frente a aplicaciones específicas o páginas internas diseñadas para una función en especial, los administradores de sistema y los esquemas de mantenimiento bloquean de manera constante casi cualquier actualización que esté disponible, sin importar de qué navegador se trate.
El estudio indica el claro dominio de Internet Explorer en el mundo empresarial, con un 78 por ciento de utilización. El navegador de Microsoft es seguido por Firefox con poco más del 18 por ciento, Google Chrome con el 2 por ciento y Apple Safari con el 1.4 por ciento. Pero dentro del 78% de Internet Explorer, la versión 6 se encuentra al frente con el 60 por ciento, seguida de la versión 7 con el 39 por ciento, y el resto dividido entre la versión 8 y versiones más antiguas.
Obviamente, el primer problema que esto plantea es el terrible riesgo de seguridad al que el entorno empresarial se expone utilizando a un navegador que está en vías de extinción. Su primera versión fue lanzada en agosto de 2001, y sus dos siguientes revisiones generales se vieron con los Service Packs de Windows XP, sistema al cual Microsoft todavía no sabe si debe erradicar del mapa o extender su soporte algunos años más. Esto no solo demuestra que la informática empresarial se mueve de diferente a la informática dirigida a los consumidores, sino que también revela cierta veta de irresponsabilidad. Con la creciente cantidad de malware flotando en la red y el terror que provocó el gusano Conficker, es poco serio por parte de las empresas quejarse si sus sistemas terminan infectados cuando no sólo bloquean actualizaciones de los navegadores, sino que probablemente también lo hagan con el resto del sistema operativo.
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